domingo, 12 de abril de 2009

Este blog no ha muerto, sólo que esta novela ahora no me anima y ando enfadada.

Y para ir por partes pienso, primero, que lo que hay es que hacer. Y no hacer para seguirse a una la palabra, como si debieras una coherencia especial a tus propósitos; no. Por eso, lo siento, pero no. Ahora no deseo hacer un resumen de lo que me dijeron las casi sesenta personas que me comunicaron algo de ID. No pienso en esta novela desde hace tres meses, es la verdad. Ya no me anima. Así que quizá este blog deje de ser el blog de esta novela… y lo sea de su inmediato después…

Estoy pensando en otra novela. Sé que la escribiré. Aunque no sé ni cuándo, ni exactamente en qué se concretará. No tengo idea. Recibo señales, de forma además entre compulsiva e insatisfactoria, un día me pego un atracón y al día siguiente la olvido por meses. Cierto que mis días libres son escasos. Es lo que tiene la costumbre del asalariamiento, que te compran el tiempo y la energía y tú te dejas.

Cierto también que una novela no anima a otra. Una novela puede animar la creación del personaje de la escritora, pero nada más. Y escritora, como personaje, no quiero ser. No encuentro gremio honesto con quien trabajar en pos de un mundo mejor. No me gustan demasiados escritores, tampoco casi ninguna de las últimas novelas que he leído. Creo que exceptuando El Panfleto para seguir viviendo, últimamente no he confiado en ninguna novela. Carlos Frabetti sí me ha interesado. También Alberto Lema y fielmente Belén Gopegui. Lo poco demás que he podido leer, lo siento desierto o como la última de Isaac Rosa… oasis de los que tras el delirio descubres que sólo es sed y boca reseca…

Hasta que no logre una nueva convicción, mejor me callo. Yo no creo en escribir por escribir o porque una es escritora. No creo en los escritores de oficio, son cuentistas malos. Yo los prohibiría hasta que no hubiera comunidad que les legitimara. En ningún caso considero que nadie tenga el derecho de, en propio nombre, monopolizar la palabra. Y aunque haya quien no se dé cuenta, no lo hacen -aunque sus lectores enfanecidos se equivoquen-. Cuando hay quien publica un libro tras otro de vaciedades, es porque son rentables a alguien, que les condena al narcisismo y de paso continúa fagocitándonos la posibilidad de optar a otros libros en las librerías. Y no digo novedades, digo otros libros, tantos que hay escritos con valor.

Yo quiero un gremio de escritoras que no nos exhibamos, ni nos distraigamos, ni nos entretengamos, dispersemos, enriquezcamos y envilezcamos, ensimismándonos y entibiándonos. Quiero leer a gente que sólo escriba cuando no le quede más remedio, cuando esté precisamente convencida de que es la mejor manera de contar algo que necesita ser contado.

Por eso aborrezco a Espido Freire, que no se avergüenza de reconocer que hace novelas de encargo porque ella lo vale… Y no me acostumbro, por muy consecuente que sea su actitud con el triste momento del capitalismo y las novelas que vivimos. Menos mal que tengo la ventaja de la medianía, no soy la más lista, ni la más comprometida, ni la más amiga de mis amigas del gueto de la gente guays del compromiso y la visa.

Soy del montón, y aquí estoy atenta, muy atenta a ver si siento que un grupo de gente quiere que les cuente una historia, que les devuelva su vida. Estoy afuera, donde no se está sola. Donde hay mucha más gente y más realidad, y más verdad, mucha más verdad. Que yo aún confío en la vida mejor, y no ironizo, ni sueño con venderme, así en mi totalidad, con toda mi historia vital, mi imagen y mis sueños, para ser toda plusvalía, toda producto. Ojalá que un día, el mundo cambie, y pueda dedicarme a escribir, porque un grupo de gente así lo desee. Hasta entonces no escribiré novelas, solo las escupiré cuando no pueda más…